Bolivia no es país para principantes

Oxfam International
3 min readDec 18, 2019

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Supporters of Bolivia’s opposition presidential candidate Carlos Mesa, October 2019. Photo: Aizar Raldes/AFP/Getty
Supporters of Bolivia’s opposition presidential candidate Carlos Mesa shout slogans against supporters of president and candidate Evo Morales, 22 Oct 2019. Photo: Aizar Raldes/AFP/Getty Images

El 6 de diciembre del 2009 estaba llena la plaza Murillo de La Paz, Bolivia. Evo Morales junto celebraba la victoria de las elecciones presidenciales y parlamentarias con un 64% de los votos con una participación del 89% -el voto es obligatorio-. Los observadores internacionales enviados por la OEA y la Unión Europea avalaron el proceso y destacaron la “tranquilidad, participación masiva y legitimidad democrática” de las elecciones.

Estuve allí en la plaza, también celebrando, cuando “todo el mundo” sabía con claridad de qué lado estaba. Diezaños después, vuelvo a La Paz, y todo son silencios que casi hablan con la angustia, y uno los quiere recibir, con la misma angustia, pero son muy difíciles de interpretar.. Hace diez años, se parecía tener todas las respuestas, pero nos cambiaron las preguntas, me señalan.

Desde entonces, con todos los matices que uno requiera, este país es otro, menos pobreza, menos desigualdad, estabilidad económica y la construcción de un Estado Plurinacional, con todo lo que eso significa. Pero incluso los más afines reconocen que se cometieron (por lo menos) tres errores. No se priorizó la agenda medioambiental -y más de cinco millones de hectáreas ardieron en la Chiquitanía y Amazonía en plena campaña electoral-, se dividió y amedrentó a muchas organizaciones sociales y, por último, no se supo dejar el poder, forzando una reelección y posterior fraude.

Todavía se está digiriendo lo sucedido las últimas semanas en un partido que todavía no ha terminado y nadie sabe lo que sucederá, “es mi vecina, que saluda sonriente todos los días a mis hijos rubios y los domingos va a misa, la que gritaba encolerizada en la calle ¡fuera extranjeros!”. Y todavía hay mucho miedo, por lo que pueda suceder en las elecciones y a lo que sucedió.

Manifestaciones en La Paz, Bolivia en contra el fraude electoral y el gobierno de Evo Morales. Foto: Paulo Fabre/CC
Manifestaciones en La Paz, Bolivia en contra el fraude electoral y el gobierno de Evo Morales, 23 Oct 2019. Foto: Paulo Fabre/CC

Todo lo que se dice y leyó sucedió, la clave son los pesos, las causas y las consecuencias. Hubo fraude, golpe, el caos como estrategia, intervencionismo extranjero de todos lados y colores, muertos de primera, muertos de segunda y deslealtades dignas de libros de historia.

El Gobierno venía debilitándose desde el 21 de febrero del 2016, dejó de ser la fuerza hegemónica, estaba cada vez más arrinconado, perdía lectura crítica, tropezaba con más facilidad y perdía cintura para manejar los conflictos. Y un conflicto como el de Chiquitanía era mucho conflicto, que primero se minimizó y después terminó creando un nuevo sujeto político relevante, los jóvenes urbanos de clase media y populares, que también se minimizaron y se trató con desdén.

Y los conflictos se sumaban, con el sistema de salud, con la policía, con los indígenas de tierras bajas, facciones de los mineros, militares de menor rango, entre otros.

Sin embargo, tuvo los últimos años un promedio de crecimiento del 4,9%, la pobreza extrema se redujo del 38,2% en 2005 al 15,2% en 2018 . En las zonas rurales, avanzó un 48% el saneamiento del 2002 al 2016 y un 22%el acceso a fuentes adecuadas de agua potable. Cifras de las mejores de América Latina.

El futuro es incierto y dudo en si decir también desesperanzador, gane quien gane y gane como gane, tendrá que gestionar una situación económica cada vez más compleja, con la mitad de las reservas internacionales de las existentes en 2014. El mayor déficit fiscal de la región. Una crisis de liquidez que podrá endurecer el crédito y un sistema financiero vulnerable que afectará al bolsillo de la gente.

Con todo, los logros sociales no pueden retroceder y en algunos aspectos requiere mejorar, como la calidad de la educación. Es pronto para decir cómo hacerlo, en un país, como señala James Dunkerley, con la rebelión en las venas y que no es para principiantes.

Esta entrada fue publicada el 18 de diciembre de 2019 por Asier Hernando Malax-Echevarria, el Director Adjunto de Oxfam para América Latina y el Caribe.

Oxfam trabaja desde 1988 en Bolivia con y a través de socios locales que incluyen organizaciones sociales, NOGOs, redes y distintos niveles del gobierno boliviano a partir de relaciones de complementariedad y respeto mutuo.

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